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Igualdad Animal tiene como objetivo principal sensibilizar la opinión pública sobre el sufrimiento y la explotación de los animales, comprometiéndose a mostrar lo que les sucede y proponiendo soluciones concretas y efectivas para derribar los prejuicios y la discriminación hacia ellos.
Cada año, entre finales de mayo y principios de junio, en la localidad de Carloforte (Cerdeña), miles de atunes rojos (conocidos como 'aleta azul'), son atrapados y masacrados en un complejo sistema de redes, las almadrabas o tonnaras, mientras migran a sus lugares de reproducción. A esta masacre anual, en la que miles de individuos mueren tras crueles sufrimientos, se la denomina “matanza de atunes de Carloforte”.
Los atunes son pescados en el Mediterráneo principalmente mediante almadrabas 'volantes'; pero las almadrabas fijas tradicionales continúan presentes en la matanza de Carloforte, frente a las costas de la zona más poblada de la isla de San Pietro, en el suroeste de Cerdeña.
Interceptados por un entramado sistema de redes fijas en el momento de su migración reproductiva, los atunes se ven obligados a adentrarse en una serie de zonas por las que irán transitando hasta llegar a la última de ellas, la 'zona de la muerte', donde serán amontonados y posteriormente masacrados. Al grito de '¡Matanza!' del Rais (palabra de orígen árabe y que significa ‘jefe de los tonnarotti’, que son los encargados de la gestión de la tonnara y de la posterior matanza), da comienzo el exterminio.
Los atunes son empujados hacia arriba desde el fondo de la red móvil de la 'zona de la muerte', guiados por los tonnarotti. En esta salida forzada hacia la superficie los atunes se debaten hasta el agotamiento, golpeándose violentamente los unos a los otros, hiriéndose, para ser alcanzados posteriormente por un arpón. Los momentos que siguen, en los que miles de individuos aterrorizados son asesinados sin vacilación, son terribles.
Igualdad Animal, tras una atenta y laboriosa investigación encubierta, ha querido grabar y fotografiar lo que le padecen los atunes durante la matanza de Carloforte y cuál es su triste destino:
Nuestra investigación muestra tremendas escenas de sufrimiento, dolor, violencia física y psicológica. Todo el recorrido que los atunes se ven obligados a afrontar en las almadrabas es de por sí extremadamente violento. Su camino hacia las zonas de reproducción es interrumpido por la presencia de las redes; desorientados, empiezan la desesperada búsqueda de una salida que no existe, porque todo el laberinto está obviamente pensado para que no puedan escapar.
En el intento de liberarse se enganchan en las redes y se dañan entre ellos, cada vez más amontonados, porque la matanza debe implicar el mayor número de individuos posible. La carrera desenfrenada de los atunes termina en 'la zona de la muerte'. El fondo con red móvil es levantado, los atunes están muy nerviosos y asustados, se agitan golpeándose violentamente los unos a los otros, se hieren, el mar se tiñe de rojo... y empiezan a quedarse sin oxígeno. Cuando están ya totalmente agotados son subidos hacia la superficie, donde los esperan los 'crocchi', los mortales garfios de los tonnarotti, con los cuales serán enganchados y trasladados a los barcos, mientras mueren desangrados y asfixiados.
Los peces son seres que sienten, capaces de experimentar placer, miedo, dolor y muchísimas otras sensaciones que pertenecen al mundo emocional de cualquier animal. Muchos estudios científicos confirman lo que es una natural intuición: por ejemplo, según Huntingford (2002), los peces tienen sentidos para notar los estímulos del dolor y mecanismos cerebrales que elaboran los estímulos negativos provocando reacciones físicas.
Huntingford, F. A. (2002). Welfare and aquaculture. European Aquaculture Society Special Publication. 32:52-54.
La matanza de Carloforte es una tradición que causa el sufrimiento y la agonía de miles de individuos. Terminar con todo esto es posible, actuando en primera persona y demostrando tu indignación hacia prácticas violentas e insensatas como ésta.
La ciencia a través de sus numerosos estudios concluye que los peces poseen la capacidad de sentir y que esta misma no es diferente a la que poseemos nosotros.
A continuación os dejamos algunos ejemplos que corroboran dicha tesis.
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